El gobernador de Antioquia se ha convertido en el símbolo de una región que se niega a arrodillarse ante el centralismo del poder.
Antioquia volvió a levantar la voz, y al frente está Andrés Julián Rendón, un gobernador que no le teme a la confrontación ni a llamar las cosas por su nombre. En medio de una coyuntura política marcada por la tensión con el Gobierno Nacional, Rendón se ha consolidado como uno de los líderes más firmes del país, defensor de la autonomía territorial, la seguridad y el trabajo honesto de los antioqueños.
Su voz ha resonado fuerte tras los últimos hechos en Sonsón, donde la presencia del Clan del Golfo dejó en evidencia la fragilidad del Estado en zonas rurales. Mientras desde Bogotá se habla de una “paz total”, en Antioquia se entierran soldados y campesinos. Rendón lo dijo sin rodeos: “No se puede negociar con quienes siembran el miedo y matan a nuestra gente”.

Las palabras no se quedaron en el aire. Desde su cuenta de X, el mandatario departamental denunció lo que muchos sienten: que el Gobierno central ha abandonado los territorios y que sus políticas, más que proteger, debilitan la autoridad y el orden. “Estos son los criminales con los que quieren firmar la paz en Catar”, escribió, acompañando su mensaje con imágenes que estremecieron al país.
Y es que Rendón ha hecho de su cargo un acto de resistencia. No solo se enfrenta a la violencia, sino también al centralismo. Ha rechazado la imposición de las llamadas Áreas de Protección de Producción Alimentaria (APPA), una medida que —según él— pretende decidir desde un escritorio en Bogotá qué puede sembrarse en los campos antioqueños. “Antioquia no necesita tutores, necesita aliados”, afirmó.
En cada aparición pública, Rendón defiende la idea de un departamento que se gobierna desde la montaña, no desde la capital. No teme señalar la incoherencia de un gobierno que predica la justicia social mientras asfixia a las regiones productivas con decisiones unilaterales.
Su estilo directo, sin eufemismos, le ha valido tanto críticas como respeto. Pero si algo ha dejado claro es que no está dispuesto a ceder ni un centímetro del terreno que pertenece a los antioqueños.
Rendón representa esa Antioquia de carácter, la que trabaja, produce y levanta la voz cuando siente que la olvidan. La que no se deja intimidar ni convencer con discursos vacíos. La que exige respeto, no dádivas.
Hoy, mientras desde la Casa de Nariño se reparten culpas, Antioquia tiene a un gobernador que asume las suyas con firmeza y convicción.
Y en tiempos donde muchos callan por conveniencia, Andrés Julián Rendón habla con la fuerza de quien sabe que la dignidad no se negocia.

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